NO APAGUEMOS NINGUNA LUZ.

De siempre me he preguntado qué ocurre con todo aquello que aconteció en el pasado y que ya no vive en el momento presente, en los sucesos vividos por las personas que estuvieron antes que yo, en su legado, en sus alegrías, en sus penurias, en los actos justos y en los que no lo fueron.

De siempre he honrado el respeto por el recuerdo de muchas vidas que estuvieron aqui antes que yo. Muchos artistas vivirán para siempre gracias a las obras que dejaron para la posteridad, vivirán su arte, su entrega y dedicación. Pero también pienso que son muchos los que fueron artistas de sus propias vidas que no llegaron a escribir ningún libro publicado o no llegaron a exponer ningún cuadro, pero sí construyeron vidas humildes y honestas con  sus pequeños círculos vitales, espacios destinados a hacer felices a aquellos que les rodeaban, fueron artistas para mucha gente y también merecen toda mi consideración y  más cuando a estos, se les arrebató sus vidas indecentemente, sin escrúpulos y despiadadamente.

De siempre he considerado que la justicia debe ser universal y atemporal, porque todo aquel que vivió como un artista de su propia vida, merece el respeto de ser considerado como ser único e irrepetible y decisivo para muchas otras vidas y más cuando se les quitó  la vida, se las robaron. Los que permanecemos aún en activo, somos responsables de exigir a la  justicia que actúe para reparar lo que no se hizo en su día y en su momento.

De  siempre he pensado que una forma de hacer eterno el recuerdo de esas vidas es a través de la transmisión intergeneracional. Yo recordaré a mi padre y a mi madre, recordaré lo que me transmitieron de sus padres, me recordarán por lo que haga y transmita a las nuevas generaciones próximas a mi vida (mis sobrinos, los hijos de mis amigos....)

Las vidas de todas aquellas personas siguen presentes a día de hoy, porque somos muchos los que las mantenemos vivas. Mantengamos viva la luz que dejaron en el mundo.

Que no se apague ninguna luz impunemente.