Y de repente todo vuelve a ser lo que
era, sólo transcurrieron 24 horas desde el primer agujero de gusano (que
es como conocen los físicos a ese fenómeno de la relatividad especial,
la cual es esencialmente un atajo a través del espacio y el tiempo),
porque eso es lo que me pareció que sucedió el otro día en Mallorca, un
viaje fugaz pero intenso a través de un agujero de gusano. Se congeló
la temperatura, se congeló el tiempo, se congelaron las preocupaciones y
en aquella dimensión desconocida todo era puro como la nieve con la que
jugamos.
Esta
mañana al abrir la ventana de mi cuarto me preguntaba ¿fue todo sólo un
bonito sueño? Me costaba entender cómo en tan poco tiempo las imágenes
que se veían desde mi ventana podían ser tan distintas. La relatividad,
lo relativo de las cosas, lo relativo de la vida.
Quiero
pensar que todo está basado en esa relatividad que hace que lo que aquí
y ahora pueda significar lo más difícilmente superable, puede adquirir
un matiz distinto en otro espacio y en otro tiempo. ¿sería tan fácil
como cambiar de espacio o dejar pasar el tiempo, para conseguir otra
apreciaciones que nos ayuden a superar las adversidades? No creo que sea
tan sencillo, pero es una opción.
Vivimos
en un momento donde entiendo que lo que te hace salir airoso de los
conflictos no es tener siempre la solución inmediata sino disponer de
una gran abanico de recursos para probar cuantas más alternativas mejor,
se me antonja desearos precisamente eso, la habilidad para relativizar
la percepción del mundo y no dejarnos llevar por primeras
impresiones.
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